"Un día llegan dos exploradores a un rincón roturado en medio de la jungla. En aquel rincón crecen muchas flores y hierbas. Uno de los exploradores dice: "Habrá un jardinero que cuida este rincón..". Pero el otro no está de acuerdo: "No hay ningún jardinero". Y así plantan sus tiendas y montan la guardia. No aparece ningún jardinero. ¿Quizá es un jardinero invisible?. Entonces los dos ponen una barrera de alambre espinoso y la electrifican. La búsqueda es encomendada a dos perros policias. No hay señal de ningún intruso. Los perros permanencen en silencio. Todavia el creyente no se convence: "Es un jardinero invisible, intangible, insensible a los perros y los alambres, un jardinero que cuida secretamente el jardín de sus amores". Por fin el escéptico se desespera: "Pero, ¿Qué queda de tu afirmación originaria?.Ese jardinero que tu considerabas invisible, intangible, eternamente esquivo, ¿En qué se diferencia de un jardinero imaginario o incluso de ningún jardinero?"
A lo largo de la filosofía se han sucedido numerosos intentos para probar la existencia de Dios.
Hasta el SXVIII casi todos los filósofos argumentaron a favor de la existencia de Dios. El ateísmo es un producto tardío de la civilización occidental, para Pannenberg es una desviación transitoria. Las experiencias más dolorosas de la humanidad solo mitigan su crudeza si es posible inscribirlas dentro del horizonte de sentido final y global.
Solo a partir del movimiento ilustrado francés se ensaya una articulación no religiosa de la vida. La ilustración alemana supuso una depuración del tema religioso, pero en ningún momento se planteó su anulación.
En el tema que nos concierne, los límites entre filosofía y teología se diluyen. Unos y otros se lanzan a una recalificación de los asertos teológicos sobre Dios.
Barth intentó responder a la pregunta sobre la existencia de Dios, defendiendo el carácter científico de la teología. Añadió una precisión, es la misma teología la que determina lo científico.
En lugar de buscar vías de acceso a la realidad de Dios, se sitúa directamente en la trascendencia y parte de Dios y su revelación. Es Dios el que sale al encuentro del hombre y lo provoca la fe.
Por otra parte Scholz, abandonó la teología para ocuparse de la lógica, las matemáticas y la física.
Barth le invita a disertar sobre la relación entre teología y ciencia.
S. afirma el pluralismo de la teología evangélica frente al monopolismo de la católica, pero para que se considere con el mismo estatus de la ciencia, debe cumplir unos requisitos mínimos exigidos. Una de las objeciones de B. es que su concepto de la ciencia era más apropiado para la teología católica que para la protestante. Scholz aceptó la objeción indicando que ello se debía a que el concepto de ciencia había sido elaborado por Aristóteles y la teología protestante parte de su oposición.
-El posulado de la afirmación-
Scholz lo define así: en una ciencia solo puede entrar, además de preguntas y definiciones, frases de las que se pueda afirmar que son verdaderas.
Las afirmaciones teológicas no tienen por qué ser siempre paradójicas, a no ser que se defina la fe como paradójico.
Esta concepción de la fe nos conduciría a un subjetivismo total y a la apología de un existencialismo fideísta sin límites. S. no concibe cómo una fe entendida como riesgo puede desembocar en afirmaciones con pretensión de verdad. Cuando se acentúa el carácter de riesgo en el tema de la fe, se piensa en sus actos.
S. no admite que una ciencia pueda dar cabida en su interior a la contradicción. Para el no hay más lógica que la aristotélica.
-El postulado de la coherencia-
Para que sea posible la ciencia, es necesaria la existencia de un campo de objetos al que se refieran y del que, al mismo tiempo, se distingan los enunciados que se formulan. B. al constatar la no existencia de ese campo de objetos, concluyó que la teología encontraba serias dificultades a la hora de defender su carácter científico.
La teología, según B. no tiene un campo delimitado.
-El postulado de la verificación-
Las afirmaciones que aspiren a ser científicas deben ofrecer la posibilidad de ser verificadas. Para S. no todo se puede decir ni formular.
S. reconoce que lo mas importante en la teología son los asertos sobre Dios y Cristo, pero también determinadas afirmaciones sobre el mundo y el hombre que no son susceptibles de verificación. Lo mejor será buscar razones que apoyen la fe en la verdad de tales enunciados. Esas razones solo convencerán a los que ya estén previamente convencidos.
S. no exige que toda teología evangélica tenga que ser ciencia, lo que postula es que, si pretende ser ciencia, se adapte a los tres criterios o exigencias elementales de toda ciencia.
¿Qué concepto de ciencia habría que elaborar para que la teología protestante actual pudiese ser considerada como ciencia?
Más que su planteamiento, éste parece el de Barth.
B. nunca pensó acomodar la teología a las exigencias de la ciencia. El criterio fundamental para que la teología sea ciencia, consiste en que sea proporcionada a su objeto. Como su objeto es la palabra de Dios, su carácter científico se decidirá indagando si responde a las exigencias de esa palabra.
Scholz rechazó este criterio señalando que no servía para salir de dudas en los casos controvertidos.
Para Pannenberg, las exigencias mínimas de Scholz eran válidas, aunque habría que completarlas. Solo ateniéndose a estos criterios se logra la finalidad de Barth: ver si la teología es proporcionada a su objeto.
Scholz se resistía a que el carácter demostrativo de una afirmación sea prueba evidente de que no se trata de una afirmación teológica.
-El postulado de la afirmación y sus desafios-
Según Pannenberg, el postulado de la afirmación se cumple si los enunciados teológicos poseen carácter cognoscitivo, es decir, si afirman algo con pretensión de verdad. Esto existe si se da adecuación entre la afirmación y lo afirmado.
El problema surge cuando el positivismo intenta reducir el campo de lo verificable a lo empíricamente constatable.
-A. Flew y la “muerte de las mil calificaciones”-
Según Flew, las proposiciones religiosas, al no ser falsables, carecen de contenido empírico y son puros conglomerados de sonido sin sentido, frases vacías. Una creencia no falsable, carece de sentido.
-R.M.Hare o la religión como “blick”-
Ante la situación creada por Flew, a la teología solo le quedan, según Pannenberg, dos salidas. La primera, los enunciados religiosos no pretenden afirmar nada sobre la realidad significada por el término “Dios”. Las proposiciones religiosas afirmarían el compromiso ético del creyente.
La segunda sería la propuesta por McIntyre, el recurso a la autoridad. Según él, justificamos una creencia religiosa en su integridad refiriéndonos a una autoridad.
Hare intenta situar las afirmaciones religiosas en un terreno distinto al de Flew. Lo importe sería no buscar explicaciones en el discurso religioso, sino analizar de qué blick (expresión, actitud) brota.
Según la teoria de los blicks, la religión no es un conjunto de afirmaciones sobre Dios y el mundo sino una actitud hacia ambas realidades.
Obviamente la teología rechaza esta reducción del lenguaje religioso. Insiste en que incluso el lenguaje que se emplea en la liturgia, está presuponiendo otros enunciados que afirman algo sobre la realidad divina. Lo religioso no se agota en lo descriptivo, incluye lo cognoscitivo.
Pannenberg afirma la intención cognoscitiva del lenguaje religioso y teológico. Aun así, es consciente de que lo intencional no siempre acaba en realidad. Es necesario que la realidad afirmada por ella posea consistencia propia, que subsista independientemente de que alguien la afirme. La realidad de Dios debe ser distinguible de las afirmaciones que se hagan sobre ella. Se trata de una exigencia que brota de la estructura misma de lo afirmado.
¿Qué otra salida tiene la teología ante la situación planteada por el positivismo lógico y derivados?
Lo más razonable sería llevar a cabo una crítica seria de este movimiento filosófico. Según uno de los principales teóricos de la ciencia, Popper, el principio de verificación al que apela Flew, no solo no es válido en el campo de las afirmaciones metafísicas, sino que ni siquiera es capaz de dar cuenta de las teorías científicas.
La demarcación entre los asertos científicos y los no científicos viene dada por el principio de falsación. Una teoría debe considerarse como científica cuando, siendo falsable, no resulte falsada de hecho.
2 comentarios:
Hola,
Entrada muy interesante, muchas gracias por compartirla,
Por mi parte, os invito a alguna reflexión más en:
http://josearnedo.blogspot.com/2011/08/john-stuart-mill-la-utilidad-de-la.html
[...] así la moral no basaría su influencia en ninguna esperanza de ser premiado".
J.S. Mill sostiene que la influencia de la Religión (imprescindible en los pueblos antiguos para aceptar un código moral) se debe a la autoridad que representa la opinión pública, y a la educación temprana. Propone una nueva Religión de la Humanidad que se base en un sentimiento de unidad con el género humano y que busque el bien común: la vida humana es de finita duración; no así la especie humana, cuyo progreso y mejora depende de nosotros.
Por otra parte, hay unos libros muy interesantes sobre cada Religión, de Jesús Mosterín. Podéis encontrar sus resumenes en la misma web.
Un saludo,
Jose
El problema es que como no se puede demostrar la existencia de Dios, tampoco se puede demostrar la no existencia del mismo xD
Yo simplemente creo que el ser humano necesita la religión, que es algo que no podemos desechar, el lugar que por una serie de circunstancias hoy ocupa el cristianismo sería ocupado irremediablemente por otro.
Que sus bases históricas tiene un gran interrogante, cierto. Que lo que hoy tomamos por cristianismo es producto de los intereses de la élites del pasado, cierto.
Pero es que una cosa es criticar la entidad católica (Que no es muy difícil xD) y otra la noción de Dios.
Así que todos tranquilos con sus creencias que nadie va a cambiar de parecer, que tener fe es algo bonito y necesario. La confrontación ciencia vs fe solo genera disputa y odio xD aunque hago excepciones si se meten con la evolución xD
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