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lunes, 12 de diciembre de 2011

Sociología del hecho religioso. Parte final


 "Nadie puede decir si alguien será capaz de vivir en esta jaula en el futuro o si al término de esta tremenda evolución surgirán profetas completamente distintos, o si se producirá un renacimiento de las ideas y los ideales antiguos, o si, al no ocurrir nada de esto, todo quedará en una petrificación mecanizada aunque embellecida con una especie de autocomplacencia convulsa".
M.Weber

Spencer adoptó también una postura intelectualista con respecto al estudio de los fenómenos religiosos. Comenzó por estudiar la actitud del hombre primitivo que según él, éstos consistían en postular la existencia del alma para dar explicación de la realidad.
En una etapa mas avanzada de este desarrollo, compaginan las creencias en la existencia permanente de los espíritus con forma constante de culto a los antepasados. 
Aun más avanzadas son las sociedades que poseen un “orden selectivo” donde se imponen los mas distinguidos sobre los menos importantes.


A la afirmación de que Dios es espíritu, se le puede aplicar un término que, en otras circunstancias, significa el alma humana. Solo mediante una cualificación adicional se puede distinguir al Espíritu Santo de cualquier otro espíritu en general.
De aquí surge la teoría funcionalista de Spencer, en el que la religión aparece como fuente de cohesión social. Las instituciones eclesiásticas mantienen y fomentan por diversos caminos los vínculos sociales. Lo consiguen mediante el recurso de conservar las creencias, los sentimientos y los usos que se desarrollaron durante las primeras etapas de la sociedad y han demostrado responder a aquella necesidad.

A pesar de su postura racionalista, admitió que las creencias religiosas tienen algún fundamento en un hecho real y decisivo. Además adoptó una postura relativista con respecto a la validez de los distintos sistemas de pensamiento.

Frazer tomó como punto de partida una teoría de las tres etapas basada en los esquemas de Comte y Spencer. Difiere del de C. por el hecho de postular un avance desde la magia, a través de la religión, hasta llegar a la ciencia.
La semejanza queda confirmada por las técnicas mágicas que aplicaba el hombre primitivo y que parte de la noción de los vínculos causales. 

Hay dos tipos principales de magia: la imitativa y la simpática; la primera deriva del principio de que todo efecto se parece a su causa, por lo que se cree posible producir un efecto imitándolo; la segunda se basa en el principio de que las cosas que en algún momento han estado en contacto, pero que luego se hallan a gran distancia entre sí, pueden seguir influyéndose mutuamente.

Legítimamente aplicados, los principios de asociación desembocan en la ciencia; ilegítimamente aplicados producen la magia. De ahí que la magia, siempre sea falsa, y si alguna vez resulta verdadera es que realmente no es magia, sino ciencia.
 La diferencia más importante entre la magia y la ciencia consiste en que la noción de un orden natural está implícita en la primera, mientras que la ciencia lo afirma explícitamente. 

La religión ofrece un contraste absoluto con la magia y con la ciencia, ya que se presupone una cierta elasticidad del mundo natural. La definición de religión carga el sentido en la intervención de los seres sobrenaturales en el curso de los acontecimientos naturales, la fe y la práctica, poniéndose en contraste con el punto de vista, común a la magia y a la ciencia, de que las fuerzas que gobiernan el mundo son inconscientes e impersonales.

Una vez adoptada la imagen del hombre como ser racional y capaz de discurrir, no podían resistir la tentación de formular juicios acerca del tipo de explicaciones que daba el hombre primitivo de los fenómenos naturales.
Frazer afirma que las versiones populares de los credos religiosos oficiales pueden contener muy bien algunos elemntos mágicos; subraya la coexistencia e interpretación de los tres sistemas de pensamiento.
Para F. la superstición era un amenza, y como tal debia ser erradicada. Las diferencias entre Weber y Frazer consistían en que mientras el primero predicaba el desencantamiento del mundo, el segundo lo contemplaba con una especie de fatalismo agónico.

Si es inevitable que la ciencia considere el sistema tradicional de creencias del cristianismo como un conjunto de ideas míticas e inadecuadas, 
¿qué ocurrirá entonces con las bases morales de la sociedad? ¿no implicará necesariamente la decadencia de la religión una decandencia paralela de la moral?

Pareto, Malinowski, Durkheim y Weber señalan los vínculos existentes entre el positivismo racionalista y las posturas más recientes adoptadas en la sociología de la religión, en que se aceptan las creencias que no pueden ser comprobadas por metodos empíricos como parte importante de un esfuerzo por explicar las percepciones de una realidad significativa que los interesados consideran auténtica, y que no podemos simplemente desechar calificándolas de erróneas.

Pareto partía de un esquema semejante a los positivistas. Los modelos de actividad social partían de un “patrón lógico experimental”. Juzgó necesario introducir la idea de dos tipos de desviación. 
Una consistiría en la incapacidad de resolver el problema susceptible intrínsicamente de ser resuelto científicamente, por ignorancia, error o aceptación (pseudocientífica).
El otro tipo de desviación son las teorías más allá de la experiencia (aquello que puede ser observado). El principio fundamental de Pareto era el carácter relativo de la ciencia sociológica.

Malinowski tomó como hilo conductor la forma en que los hombres se adaptan a las situaciones prácticas mediante la aplicación del conocimiento y las técnicas racionales. Aquellas técnicas resultaban inadecuadas, ya que siempre queda una zona de incertidumbre en su aplicación que cae fuera del dominio del hombre.
Es en esta zona donde se desarrolla la magia como un mecanismo complementario. La magia y no Dios, es lo que viene a llenar los huecos que la ciencia deja vacíos.

El hombre primitivo trabaja con dos órdenes de realidad: el práctico y el mágico.
Las creencias mágicas y religiosas son respuestas de otro tipo. En esta postura hay algunos fallos, sobretodo en la idea de que los hombres cambian de parecer conscientemente y son capaces de establecer una línea divisoria entre sus acciones prácticas y sus ritos expresivos. Esto es en gran medida producto de la propia situación cultural de Malinowski.

Durkheim se centró en las características distintivas de la esfera religiosa y no religiosa de las creencias y actividades, al distinguir entre lo sagrado y lo profano. Tomó como punto de referencia las actitudes ante lo sobrenatural, y sobre esta base afirmó que lo sagrado se diferenciaba de lo profano por la actitud de veneración y temor que provocaba.

Si los objetos y entidades sagrados son únicamente símbolos de otra cosa y esa otra cosa es capaz de imponer respeto moral, entonces las cosas sagradas de cualquier religión son símbolos de la sociedad que practica esa religión. El ritual religioso puede considerarse según esto como un mecanismo para reforzar la integración social.
D. busca explicar lo sagrado mediante un fenómeno que haya sido definido en términos de su sacralidad. Si la sociedad es el objeto de culto, nos propone una explicación epifenoménalista; si lo es la Sociedad, la religión, más que sufrir la influencia del entorno social, lo transformaría y definiría.
 El punto de partida filosófico de D. era semejante al de Kant; empezó por señalar el carácter obligatorio de las normas morales. Kant consideró la existencia de Dios como una condición necesaria de la autoridad moral. 

El reverso de esta teoría, es el empirismo, según los cuales era posible captar intuitivamente las normas morales. La solución de D. consistió en afirmar que la sociedad era fuente a la vez de las categorias del pensamiento y la moral. La sociedad era también objeto de culto religioso, de forma que todo conocimiento y toda norma moral tenían su origen en la religión, que era un rasgo permanente de la vida social y entrañaba además un carácter normativo.

Por último fue Weber el que supuso que las ideas religiosas, en cierto grado, poseían un valor causal independiente en todo sistema de acción social y en todo proceso de mutación social.

La religión se caracteriza por el hecho de establecer una distinición entre el mundo real, tangible, que puede ser captado mediante los sentidos, y un supuesto mundo invisible, igualmente real, pero que no es posible captar por los mismos medios. Ambos mundos forman parte del mismo cosmos.

La religión también sería el  conjunto de creencias que postulan y tratan de regular la distinción entre una realidad empírica y otro segmento de realidad relacionado con la anterior, significativo y supraempírico; añadiendo además el lenguaje y los símbolos que se usan en relación con esta distinción y las actividades e instituciones relativas a su regulación.


Fuente: "Sociología de la religión". M. Hill. Ed. Cristiandad

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