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jueves, 24 de noviembre de 2011

Sociología del hecho religioso


 "La diferencia más importante entre magia y ciencia consiste en que la noción de un orden natural está implícita en la primera, mientras que la ciencia lo afirma explícitamente".
Frazer.

-Sociología de la religión-

Cualquier postura en que se disocie el estudio empírico de las creencias y actividades religiosas del contexto teórico en que puede darse una interpretación sociológica de esos fenómenos, sería una tarea mal planteada desde el primer momento.
Al mismo tiempo, los límites de la religión, en vez de definirse en términos de criterios teóricos, se identificaba (anteriormente)  cada vez más con los límites del cristianismo institucional. El resultado fue el desarrollo de las “sociologías religiosas” confesionales.
Si el ámbito circunscrito por los límites de la confesionalidad ya no puede identificarse con el área que extendían su interés los sociólogos de la religión, será preciso recurrir a otros criterios para determinar los límites.



Uno de los problemas que conlleva el replanteamiento de las teorías capitales es la deriva ideológica. Un ejemplo sería M.Weber y las relaciones entre el protestantismo calvinista y el espíritu del capitalismo. Una reciente explicación considera la supuesta demostración que entre el protestantismo y el capitalismo hay un cierto vínculo como “doctrina recibida”.

-¿Sociología religiosa o sociología de la religión?-

La sociología religiosa es una forma de investigación que toma sus actitudes y orientación básica de una teología, no de una fuente sociológica teórica.
Casi todas las disciplinas académicas que tratan de llegar a una investigación rigurosa y sistemática del mundo empírico han de plantearse más pronto o más tarde la cuestión de la dicotomía entre “puro y “aplicado”.

Algunas de las principales cuestiones capitales de la sociología de la religión pueden entenderse en términos de las tres perspectivas básicas que puede adoptar el observador de los fenómenos religiosos.
La posición mas extrema es la que considera los fenómenos religiosos como situdos mas allá de toda posibilidad de análisis por parte del entendimiento humano, fuera del alcance de una disciplina orientada en sentido empírico como la sociología (perspectiva teológicamente conservadora). 

Esta argumentación adopta la forma de una defensa de la propia religiosidad, situándola por encima del análisis sociológico, mientras que se aplican las técnicas de la investigación sociológica a las restantes tradiciones religiosas.
 Según Stark, si el catolicismo, encarnado en la iglesia universal, queda fuera del alcance de ellos, la conclusión lógica será que se halla así mismo situado fuera del alcance de la investigación sociológica.

Problema semejante plantea la tradición de la sociología religiosa, estrechamente relacionada con la obra de G. Le Bras. Para éste debe abarcar todas las religiones, vivas o muertas, antiguas y modernas y para ello es esencial obtener la colaboración de todas las ciencias.

Lo característico en la actualidad de esta disciplina, es que se somete a unos intereses institucionales, católicos concretamente. Pero en la medida en que estima que el contenido del dogma teológico es algo dado, y no una parte del problema que se intenta definir, podría decirse que sitúa sus presupuestos básicos más allá del discurso sociológico.

¿Hasta qué punto se puede ser “objetivo” y superar la tentación de utilizar únicamente aquellos datos que resulten favorables a su fe?

Troeltsch tendía a considerar la religiosidad de las sectas como mas “auténtica” a causa de su espontaneidad y calificaba de “comprometida” la religiosidad de las iglesias.
Quizás en Weber, si hubiera afirmado unos datos menos cargados de peso teológico, seguramente le hubieran sugerido unas interpretaciones distintas de la función profética.
Con esto se ve hasta que punto es posible criticar y desarrollar los conceptos sociológicos al independizarse hasta donde ello sea posible de los presupuestos teológicos subyacentes, en vez de fundamentarlos.

También la postura de los que sitúan en el extremo opuesto puede inducir a la formulación de juicios extrasociológicos. La religión nunca puede ser algo “real”, en el sentido de que invoca un punto de referencia no empírico situado por definición mas allá de cuanto pueden explicar las ciencias humanas.
 Esta postura epifenomenalista varía según el autor, pero todas sus variantes tienen una cosa en común: implican un juicio básico acerca de la realidad o irrealidad de las explicaciones religiosas en cuanto tales e impiden todo análisis de los objetivos no empíricos.
El aspecto cuestionable consiste en dar por supuesto que es posible esa traducción sin que con ello se elimine una parte significativa del fenómeno que se trata de estudiar. 

Todo intento de reducir la religión a unos términos naturalistas supone para el sociólogo una tarea innecesaria. A los primeros evolucionistas – Comte, Tylor, Spencer y Frazer- suele atribuirse el papel de racionalistas que no podían encontrar un hueco para la religión en sus categorías derivadas del positivismo, sino a condición de reducirla a unos términos empíricos.

Un enfoque reciente es el de la religión como epifenómeno. W. Stark hace un estudio sobre la religiosidad de las sectas. Mientras que sitúa la iglesia universal en una posición inaccesible para los influjos sociales, adopta una actitud cerradamente reduccionista ante los fenómenos relacionados con las sectas. La secta representa una contracultura de los económica o políticamente desheredados;
Las sectas medievales por ejemplo, no eran en absoluto manifestaciones auténticamente cristianas (por lo que, en consecuencia, apenas tenía nada que ver con el catolicismo romano), sino importaciones orientales.

La tercera posición ante los fenómenos religiosos se sitúa a medio camino de las anteriores. Se rechaza el argumento de que la religión no es accesible al análisis de las técnicas empíricas de la sociología. Son hombres los que sostienen y expresan unas creencias religiosas y que “el signo externo y visible” de su fe adopta casi siempre una forma social. La sociología pretende poseer un cuerpo de conocimientos teóricos y de categorías sistemáticas para analizar la actividad y la organización sociales, no hay razón clara para no aplicar ese instrumental a este aspecto de las instituciones sociales.

Los sociólogos no deben desentenderse de las afirmaciones teológicas, al contrario, podrán considerarlas como parte esencial de sus investigaciones para estudiar las referencias conflictivas a una fuente válida de revelación que muchas veces formulan distintos grupos religiosos dentro de la misma tradición religiosa. Pero el sociólogo habrá de tomar esas referencias únicamente como hechos sociales, sin entrar a hacer de árbitro entre ellas.

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