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jueves, 10 de marzo de 2011

"El ser al que puede entenderse, es lenguaje". Parte 1


"Una interpretación definitiva parece ser una contradicción en sí misma".
  H.G.Gadamer


A menudo la filosofía analítica no acepta que pueda existir aun en algún sentido una filosofía excepto en la teoría de la ciencia.
En una explicación mas detallada de la historia de la filosofía en el SXX debe distinguirse entre una primera fase cientista de la filosofía analítica y una segunda fase anti-cientista. 
Para H.Putnam, parte de la filosofía actual es un cientificismo heredado del SXIX. Nos dice que renunciemos a la idea de que las ciencias naturales tienen un método distintivo.



La filosofía anglófona post-wittgensteiniana del lenguaje, como la que presentan Putnam, Davidson y Brandom, ha colaborado con la filosofía de la ciencia anglófona post-kuhniana (Latour, y  Hacking)
El resultado de esta colaboración ha sido un desdibujamiento de las fronteras en las ciencias del espíritu y las ciencias naturales.

Hay muchos filósofos analíticos distinguidos, seguidores de Kripke, como D. Lewis y F.Jackson, que son desenfadados metafísicos de la física.

Estos filósofos creen que los seguidores wittgensteinianos hacen gala de un peligroso irracionalismo cuando dicen que todas las distinciones entre esencias y accidentes, son artefactos que cambian a la vez que cambia nuestra elección de una descripción determinada. 
Creen igualmente, que los filósofos kuhnianos están igualmente equivocados al rechazar la concesión de cualquier privilegio metafísico o epistemológico a las ciencias naturales.

La frase “el ser al que puede entenderse, es el lenguaje” contiene, tal como Rorty explica, tanto lo que había de cierto en el nominalismo como lo que había de cierto en el idealismo.
 Define el nominalismo como la pretensión de que todas las esencias son nominales y todas las necesidades son de dicto, o que ninguna descripción de un objeto es mas fiel a la naturaleza de ese objeto que otra.

Estos filósofos aceptan la explicación de la historia de la filosofía que Gadamer resumió cuando escribió: “El rápido desmoronamiento del imperio hegeliano del espíritu absoluto confirma de manera enfática el final de la metafísica, pero esto significa el traslado de las ciencias empíricas al primer puesto en el reino del espíritu pensante”.

Sin embargo, el nominalismo es una propuesta contra cualquier tipo de metafísica. Un nominalista coherente no puede tolerar una organización jerárquica del reino de la mente pensante que se corresponda, como en el caso de los esquemas organizativos de Platón, con una jerarquía ontológica.

El objeto de Rorty es defender el nominalismo como forma óptima mediante la doctrina gadameriana de que únicamente el lenguaje puede ser entendido. 
Sus objetores arguyen que las ciencias modernas adquieren un entendimiento creciente de la naturaleza del universo físico, un universo que no es el lenguaje. La respuesta nominalista es que nunca se entiende nada si no es bajo una descripción, y no existen descripciones mas privilegiadas.

Deberíamos interpretar el término “entender un objeto” como una forma un tanto confusa de describir nuestra capacidad de conectar viejas descripciones con nuevas descripciones.

Para los nominalistas, el progreso llevado a cabo por las ciencias modernas, consiste en formular descripciones novedosas del universo físico. Entender algo mejor significa tener algo mas que decir acerca de ello.
Lo que los metafísicos llaman “acercarse mas a la verdadera naturaleza de un objeto”, los nominalistas lo llaman inventar un discurso en el que se atribuyan predicados nuevos.
 Para explicarlo a la forma hegeliana de R. Brandom: “entender la naturaleza de un objeto quiere decir ser capaz de recapitular la historia del concepto de ese objeto”.

La tesis principal del idealismo es que la verdad está determinada más por la coherencia que por la correspondencia con la naturaleza intrínseca del objeto. Esta doctrina sugiere, aunque no implica, la tesis principal del nominalismo: que tenemos que reemplazar la "noción de una naturaleza intrínseca” por la de una descripción identificativa.

Desde los griegos hasta el presente el proceso de “aumentar nuestra comprensión” ha sido descrito con la ayuda de metáforas falogocéntricas de la profundidad. 
Cuanto mas profundo y penetrante es nuestro entendimiento, mas lejos nos hallamos de la apariencia y mas cerca de la realidad.
Cuantas mas descripciones haya disponibles, y cuanto mas integradas se hallen, mejor es nuestro entendimiento del objeto identificado por esas descripciones. 

Eso si, debemos cuidarnos de no explicar la distinción entre el entendimiento mayor o menor recurriendo a una distinción entre apariencia y realidad.

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